La esencia de la devoción a la Divina Misericordia
La misión de Santa Faustina es llevar la devoción de Divina Misericordia a las nuevas formas. Su esencia es la actitud de confianza en Dios y la Misericordia hacia el prójimo.
La confianza en esta devoción se entiende como una actitud interna hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad. Esta actitud consta de varias virtudes, de las cuales las más importantes son: la fe, la esperanza y el amor así como la humildad y la contrición. La confianza surge de la comprensión del misterio del amor misericordioso de Dios al hombre. No es una actitud emocional, un sentimiento o un acto intelectual de reconocer la verdad de la revelación de Dios, sino es una actitud permanente hacia Dios misericordioso, en ejercicio de su voluntad. Las palabras: «Jesús, en Ti confío” – colocado en la firma de la imagen – son una respuesta correcta del hombre a conocer el misterio de la Misericordia de Dios y la experiencia de este misterio en nuestra propia vida.
La confianza es la esencia de la devoción a la Divina Misericordia a tal punto que sin esa actitud no se puede decir sobre el culto de la Divina Misericordia, que Jesús deseaba. Cada una de las formas de culto transmitidas por Sor Faustina serán entonces un verdadero acto de la devoción a la Divina Misericordia y traerán los resultados esperados (entre otros, el cumplimiento de las promesas de Jesús), si se derivan de una actitud interior de confianza en Dios. La confianza es un acto fundamental de la devoción a la Divina Misericordia ya en si misma, como en la práctica de determinadas formas de culto, garantiza la realización de las correspondientes promesas generales de las gracias que Jesús ha asociado a esta devoción. Las gracias de Mi Misericordia – dijo – se toman con un solo recipiente éste es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá (Diario 1578)
La compasión hacia los demás es, además de la confianza, otro elemento importante de esta devoción. Debes mostrar Misericordia al prójimo siempre y en todas partes – recuerda el Señor Jesús por mediación de la Sor Faustina un deber cristiano fundamental – no puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formas de ejercer Misericordia al prójimo: la primera: la acción, la segunda: la palabra y la tercera: la oración. En estas tres formas esta contenida la plenitud de la Misericordia y es el testimonio irrefutable del amor hacia Mi. De este modo el alma alaba y adora Mi Misericordia. (Diario, 742). El Señor Jesús quiere que sus fieles hagan durante el día por lo menos un acto de Misericordia hacia el prójimo a través de una buena acción, la palabra o la oración. Explicó que el mérito mayor es la Misericordia para el alma, y añadió que eso no necesita los recursos.
La imagen de la Divina Misericordia
Su génesis está asociada con la revelación que tuvo Sor Faustina en una celda del convento de Płock el 22 de febrero 1931. Al anochecer, estando en mi celda – escribió – ví al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir, y la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica del pecho salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido (…). Después de un momento Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: «Jesús, en Ti confío» (Diario 47).
La pintura representa a Cristo crucificado y resucitado, quien por el precio de su pasión lleva al hombre la paz y la salvación por el perdón de los pecados así como todas las gracias y dones. La característica principal de esta imagen son dos rayos: rojo y pálido. Jesús preguntado acerca de su significado explicó: «Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas (Diario, 299). Los dos rayos significan, sobre todo los sacramentos. Bienaventurado – dijo el Señor Jesús – quien viva a la sombra de ellos porque le alcanzará la justa mano de Dios (Diario, 299). La respuesta a estos dones de la Misericordia es la actitud de confianza, en la parte inferior de la imagen se lee: «Jesús, en Ti confío.”
La imagen que muestra la misericordia de Dios para el hombre es también un signo que recuerda la llamada evangélica del amor activo al prójimo. Así, el culto de la imagen de Jesús Misericordioso consiste en la oración de confianza en combinación con las actitudes de Misericordia hacia el prójimo. Para tal comprensión de la adoración de la imagen el Señor Jesús ha añadido promesas específicas. El alma que venere esta imagen no perecerá (Diario 48). Prometió la salvación y progresos significativos en el camino hacia la perfección cristiana, una victoria sobre los enemigos del alma, y la gracia de la buena muerte (Diario 48). Jesús no limitó su generosidad a estas gracias específicas, y dijo: Ofrezco a los hombres un recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese recipiente es esta imagen con la firma: «Jesús, en Ti confío» (Diario, 327). Por medio de esta imagen colmaré a las almas con muchas gracias. (Diario 570).
La primera imagen de Jesús Misericordioso fue pintada en Vilnius en 1934 en el estudio de Eugeniusz Kazimirowski bajo la supervisión directa de Sor Faustina. Fue expuesto a la veneración pública por primera vez en el Santuario de Nuestra Señora de la Misericordia, de Ostra Brama, el primer domingo después de Pascuas, 26-28 de abril de 1935. Hoy esta imagen se venera en la Iglesia del Espíritu Santo en Vilnius. No obstante, muy famoso en el mundo es el cuadro pintado por Adolf Hyła donado a la capilla del convento de Cracovia-Lagiewniki como un voto por salvar a su familia de los horrores de la guerra. Así pudieron cumplirse las palabras del Señor Jesús quien dijo a Sor Faustina durante la primera revelación de la imagen: Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y en el mundo entero (Diario 47).
Fiesta de la Misericordia Divina
Deseo que el primer domingo después de Pascua de Resurrección sea la Fiesta de la Misericordia (Diario, 299) – dijo el Señor Jesús a Sor Faustina. Él expresó este deseo hasta 14 veces indicando no sólo un lugar de la fiesta en el calendario litúrgico, sino también el objetivo de su creación, el modo de su preparación y celebración. Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión – dijo Jesús, indicando el motivo de la creación de la fiesta – les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la fiesta de Mi Misericordia. Si no adoran Mi Misericordia, morirán para siempre «(Diario 965). La fiesta debe ser un día de adoración especial de Dios en el misterio de su Misericordia, que es la fuente y el motivo de todas las obras de Dios para el hombre, especialmente la obra de la redención. Es también – por voluntad de Dios – un día de gracia especial para todas las almas, y especialmente para los pecadores que están más necesitados de la Misericordia de Dios. La Fiesta – dijo Jesús – ha brotado de las entrañas de Mi Misericordia para el consuelo del mundo entero (Diario 1517).
Desde esa fecha, para ser exactos con la Eucaristía, recibida en esa fecha, está ligada la mayor promesa: el perdón total de las culpas y el castigo (Diario 300). Esta gracia es mucho mayor que la indulgencia plenaria, la cual consiste en la remisión de la pena temporal por los pecados cometidos, pero no es la remisión de los mismos pecados. Una gracia muy especial también es sustancialmente mayor que la gracia de los seis sacramentos, excepto el sacramento del bautismo, porque la remisión de pecados y castigos es sólo la gracia del sacramento del bautismo. En las promesas anteriores, Jesús ha unido el perdón de los pecados y el castigo con la Santa Comunión recibida en la Fiesta de la Misericordia (…). Es obvio que la Santa Comunión no sólo debe ser digna, sino también debe cumplir los requisitos básicos de la devoción a la Divina Misericordia (Rev. I. Rożycki).
Jesús no limitó su generosidad a esta gracia tan excepcional, sino prometió derramar un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Misericordia, ya que ese día están abiertas las entrañas de Mi Misericordia a través de las cuales fluyen las gracias (Diario, 699) La importancia de esta fiesta consiste, entre otros, en que todas las personas, incluso los que hasta el día de hoy se conviertan, podrán participar en todas las gracias y beneficios temporales que Jesús ha preparado para esta celebración. Pueden obtenerlas tanto las personas individuales como las comunidades, con la condición que pidan con una gran confianza.
La preparación de esta fiesta, se basa en la novena, que consiste en la recitación durante los nueve días – a partir del Viernes Santo – de la Coronilla de la Divina Misericordia. También es conocida comúnmente como una novena, que el Señor Jesús dictó a Sor Faustina a su propio uso. Los fieles pueden rezarla con devoción. Sin embargo, la novena de la Coronilla de la Divina Misericordia constituye la preparación para la fiesta, la que Jesús quería, y con la cual unió la promesa de todas las gracias (Diario 796).
En cuanto al modo de las celebraciones de la fiesta, el Señor Jesús quiere que en este día la imagen de la Divina Misericordia sea públicamente venerada, es decir litúrgicamente y que los sacerdotes hablen de su insondable Misericordia mientras que todos cumplan con todos los actos de caridad hacia el prójimo y con la confianza reciban el sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía.
El culto a la Divina Misericordia particularmente en el primer domingo después de Pascua ha sido espontáneo desde la época de la Segunda Guerra Mundial. Oficialmente instituyó esta fiesta en su diócesis, en primer lugar, el obispo metropolitano de Cracovia, el cardenal Franciszek Macharski con la carta para la Cuaresma de 1985.
Posteriormente, los demás obispos introdujeron esta fiesta en sus diócesis. En 1995 a petición de los obispos, la Santa Sede emitió un decreto que permite la celebración de la fiesta en todas las diócesis con las disposiciones litúrgicas en vigor en esa fecha.
Coronilla a la Divina Misericordia
Al comienzo:Padre nuestro … Ave María … Yo creo en Dios …En las cuentas grandes (1 vez):Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidadde Tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristocomo penitencia por nuestros pecados y los del mundo entero.En las cuentas pequeñas (10 veces):Por Su dolorosa pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero.Al terminar (3 veces):Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotrosy del mundo entero.
En Vilnius, el 13 de septiembre de 1935, Sor Faustina tuvo una visión de un ángel que vino a la tierra para castigarla por sus pecados. Cuando vio este signo de la ira de Dios, pidió al ángel que se detuviera por unos momentos, y que el mundo iba a hacer su penitencia. En un momento se puso de pie por la majestuosidad de la Santa Trinidad y luego no se atrevió a repetir su súplica. Pero cuando sintió en su alma el poder y la gracia de Jesús, comenzó a orar en las palabras interiormente oídas y vio que el castigo de la tierra se apartó. Otro día, cuando estaba en la capilla, el Señor Jesús, una vez más recordó esas palabras y le dió las instrucciones de cómo recitar esta oración usando un rosario común.
En esta oración ofrecemos a Dios Padre: el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo, su Divina Personalidad y su Humanidad. Recitando las palabras de tu amadísimo Hijo – nos referimos al amor que Dios el Padre ofrece a su Hijo y en El a todos los hombres, y por lo tanto recurrimos a un motivo más fuerte para ser escuchado por Dios.
Las palabras por el bien de su dolorosa pasión no significan un llamamiento a la satisfacción hecha por Jesús en la cruz, sino – según la fidelidad a la letra y el espíritu de la devoción a la Divina Misericordia – al amor misericordioso que Dios el Padre y el Hijo tiene para nosotros. Por lo tanto, queremos que la dolorosa pasión del Hijo de Dios no sea en vano, sino que de frutos en nuestra vida y en la vida de los demás.
En la Coronilla pedimos por la Misericordia para nosotros y para el mundo entero. El pronombre “nosotros” significa una persona rezando esta oración por todos, por los cuales desea y está obligada a orar. Sin embargo, el mundo entero – son todas las personas que viven en la tierra y las almas en el purgatorio.
Jesús en una docena de apariciones mostró el valor y la eficacia de esta oración, y dio promesas vinculadas con ella.
A quienes recen esta coronilla, Me complazco en darles lo que me pidan (Diario 1541) – dijo a Sor Faustina, y añadió: (…) si lo que pides está de acuerdo con Mi voluntad (Diario 1731). La voluntad de Dios es para el hombre la misma Misericordia, así que cualquier cosa que sea incompatible con ella es malo o perjudicial, y por lo tanto no puede ser concedido por Dios. Las promesas específicas se refieren a la hora de la muerte: la gracia de una muerte feliz y serena. La recibirán no sólo los que rezan con las palabras de la Coronilla, sino también los que mueren acompañados de quienes rezan por ellos con la Coronilla.
Los sacerdotes – dijo el Señor Jesús – se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta Coronilla una sola vez recibirá la gracia de Mi Misericordia infinita. (Diario, 687). Aunque sea una vez, pero con espíritu de devoción a la Divina Misericordia, y así, en una actitud de confianza, de humildad y de arrepentimiento sincero y profundo por los pecados. La oración con la Coronilla como la expresión exterior de la actitud interior debe ser tenaz porque el Señor Jesús dijo: nunca, salvo por la gracia de una buena muerte – el que reza será escuchado después de una sola oración.
La Coronilla – con la invocación: Jesús, en Ti confío – es la oración más famosa de la Divina Misericordia. Esta traducida incluso en dialectos africanos y recitada en todos los rincones del mundo.
Hora de la Misericordia
A las tres – el Señor Jesús dijo a Sor Faustina, en octubre de 1937 en Cracovia – ruega por Mi Misericordia, en especial para los pecadores y aunque sólo sea por un brevísimo momento, sumérgete en el momento de mi agonía. Esta es la hora de la gran misericordia para el mundo entero (Diario 1320). Tal es la historia del inicio de esa forma de adoración de la Divina Misericordia. Unos meses más tarde, el Señor Jesús repitió esta petición indicando el objeto de su creación, las promesas asociadas a la práctica de la oración a esta hora y las formas de la celebración.
La hora de la Misericordia es una forma de adoración, en la cual celebramos el momento de la agonía de Jesús en la Cruz (Diario1500), cuando ofreció la gracia para el mundo entero – y cuando la Misericordia triunfó sobre la justicia (Diario 1,572). No se trata aquí de la hora sobre el reloj – 60 minutos de la oración – sino de la oración cuando el reloj indica las tres de la tarde (Diario 1572), es decir en el momento de la agonía de Jesús en el Calvario. Esta forma de culto a la Divina Misericordia podemos practicarla no sólo el Viernes Santo, o todos los viernes, sino también todos los días. Es un tiempo privilegiado en la devoción de la Divina Misericordia.
El Señor Jesús quiere que en esta hora, aunque por un breve momento, reflexionemos sobre su dolorosa pasión, en la cual se manifiesta plenamente el misterio de su Misericordia. El conocimiento de la pasión conduce a la oración de la adoración y de la gratitud así como a la imploración por las gracias que necesita el mundo entero y especialmente los pecadores, porque en este momento [la misericordia] ha sido abierta para todas las almas.
Con una oración en la hora de la Misericordia, el Señor Jesús ligó las promesas de todas las gracias. En esta hora, – dijo – nada le será negado al alma que pida por los méritos de Mi Pasión (Diario 1320). En esa hora puedes obtener todo lo que pides para ti y para los demás (Diario 1572). Así que Cristo ha establecido tres condiciones necesarias para cumplir las promesas, la oración realizarse a las tres de la tarde, debe ser dirigida al Señor Jesús y hay que reflexionar sobre los valores y méritos de su Pasión. Por otra parte, de nuevo hay que señalar que el sujeto de la oración debe ser coherente con la voluntad de Dios, y la propia oración debe ser confiada, perseverante y relacionada con las obras de Misericordia, lo cual es una condición de la verdadera devoción a la Divina Misericordia.
Jesús también dió consejos sobre cómo rezar en la hora de la Misericordia: procura rezar el Vía Crucis cuando te lo permitan las obligaciones, y si no puedes rezar el Vía Crucis por lo menos entra un momento en la capilla y adora el Santísimo Sacramento, y a Mi Corazón que está lleno de Misericordia. Si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración allí donde estés aunque sea por un brevísimo instante. (Diario 1572).
La hora de la Misericordia es un momento de la oración cotidiana de los apóstoles de la Divina Misericordia en todas las latitudes. Por lo tanto, los creyentes, como en un incesante acto de la oración, se unen con Jesús que muere en la Cruz y – cumpliendo su petición – imploran por la Misericordia Divina para el mundo y especialmente para los pecadores.